Nota: 8,5
Crítica elaborada por Néstor García (amigo del blog)
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¿Por qué mató Bob Ford, un chaval de 20 años, a su idolatrado Jesse James? ¿Quién era James, cómo se movía, cómo respiraba, cómo trataba a sus “amigos”?
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), de Andrew Dominik es la historia de los últimos días del legendario bandido unionista y de la relación de este con sus hombres, en especial con Robert Ford, el más joven de ellos. No se engañe el espectador, esto no es un biopic es la historia de relaciones entre un puñado de hombres.
La película plantea un argumento breve, de bastante duración (2 horas 35 minutos) y complejo, donde tratara de ahondar en la psicología de los personajes sin artificios pero con muy buenos diálogos y unas actuaciones magistrales. Un western profundo e inteligente, con una violencia muy medida y con escasa acción que de todos modos no necesita. Además la figura de James no se mitifica en el filme en sí, sino que la mitifican sus personajes, es decir que la película no trata de ensalzar a James sino más bien de mostrar como su sociedad tendió a hacerle legendario.
Es un filme como digo de actores y todos tanto, protagonistas como secundarios, bordan sus papeles. Brad Pitt (muchos apuntan que será nominado al Oscar por este papel) encarna a Jesse James, un bandido famoso en la historia de los EEUU, atormentado por una fama que no parece desear, desconfiado de los que se supone son sus amigos, enfermo y altamente agresivo. Lo destacable de esta actuación (aparte del parecido físico que poseen actor y personaje) son los constantes cambios de registro a los que se ve sometido Pitt en muy poco tiempo y sobretodo la impenetrabilidad que muestra durante toda la película, lo que nos hace conocer, con la lógica lejanía que se merece, la personalidad de este hombre.
Por otro lado Casey Affleck completa el binomio imprescindible en esta historia interpretando a Robert Ford, un muchacho con el que todos se meten y que siente una veneración pueril por Jesse James, lo que le llevará a querer imitar todo su ser, a coleccionar todo lo relacionado con él y, por supuesto, a pertenecer a su banda. Affleck, que gracias a la alineación de los astros (por decir algo) no ha heredado el talento interpretativo de su hermano Ben, hace gala de una actuación magnífica, retrato de un pelota, traidor y vanidoso; un personaje atractivo pero tal vez más fácil de interpretar (lo que no le quita ningún mérito, dicho sea de paso). Es triste que la prensa haya ignorado a Affleck en favor de Brad Pitt, cosa que a priori y tal como funcionan las cosas, era de esperar.
Lo que también es de esperar es el prejuicio que se tiene por Pitt al que se cree como el típico guaperas de Hollywood y del que se tiende a olvidar que es un actor maravilloso como ha demostrado en muchos filmes de una calidad sobresaliente como El club de la lucha. Por ello, absténganse los prejuiciosos y los que esperen ver una película de vaqueros plagada de tiros.
Bueno, ¿y por qué mató Ford a James?, muchas pueden ser las interpretaciones que nos da el filme aunque presumiblemente se decante por una. Puede que Ford quisiera la recompensa que ofrecían por la detención de James; puede que temiera por su vida y decidiera matarle antes que el mismo se viera agujereado; o tal vez fuera que sintiese un despecho por haber sido rechazado por su ídolo o infravalorado por el mismo. Es cierto que en este último aspecto, Ford pareciera sentirse decepcionado por el que fuera su héroe de infancia y esto le llevara, tanto por rechazo como por decepción a acabar con su vida. Pero más cierto es que lo que mueve a Ford es la ambición, el ansia por hacer grandes cosas; grandes cosas que todo el mundo le hace ver están alejadas de sus cualidades. Y esto parece cierto, aunque vanidad no le falte para conseguirlo. Pero no solo la ambición, sino el reconocimiento que desea que todo el mundo haga de él como un héroe.
Con la heroicidad entramos en el punto maestro del filme, en como la gente para su sorpresa, reacciona negativamente al asesinato de Jesse James, al cual colman a la categoría de héroe y de espectáculo ferial (es gracioso lo que podemos pagar para ver). Digo maestro porque está tratado con brillantez y soltura: como convertir a un asesino y bandido en un ídolo, una especie de mártir, mientras que al que realiza la buena acción, darle la categoría de cobarde, de traidor. Es cierto que Ford parece empeñado en demostrar que es malvado, aunque es más cierto que el bien, atendiendo a cánones clásicos, lo representa él. La identificación de público y personaje juega aquí un papel crucial y es reseñable la pasión que sentimos por el mal o como una historia bien contada puede hacer que nos decantemos por el lado “equivocado”.
Lo que si está equivocado es lo farragosa que resulta la narración en algunos momentos, con exceso de personajes y nombres, acciones que no parecen aportar nada a la trama principal e identidades de los personajes, como el caso de Bob Ford, que algunas veces no están bien pulidas por el guión.
Otro punto polémico de la película lo tenemos en la dirección o en la forma de rodar (llámalo como quieras). No se entiende claramente el porque de desenfocar algunas imágenes: si se insinúa que James padecía una enfermedad en los ojos que le hacía parpadear más de lo normal y se adorna poéticamente con aquello de que tenía una visión distinta de la realidad, pero eso no se corresponde ni con la actuación de Pitt, ni resulta demasiado evidente. Además los encuadres son bastante discretitos, aunque correctos. Otro punto negativo es la voz del narrador ¿Quién narices es? ¿o de dónde narices sales? Vale, le da un aire lírico a la historia, pero esto termina por ser confuso.
También, aunque esto es algo inevitable, se pierde cierta intriga por la historia ya que el título del filme (aunque del todo acertado), nos cuenta con pelos y señales, la historia y la moraleja. Pero es cierto, que esto no es motivo para dejar de ver las películas y que seguirás viendo gente que casi al final de la película (como ocurría por ejemplo en la Pasión) espera que Jesse James no muera (o que Jesucristo se salve).
Sin embargo, de lo que si que te enamoras son de las ambientaciones. Aunque algunas parecen fruto de la falta de presupuesto (cosa que no me extrañaría), los paisajes son perfectos y hermosos: grandes planos generales de estepas norteamericanas nevadas, alternadas con montañas. Todo un paraíso gélido por el que poder cabalgar y que te sumerge y te maravilla a partes iguales, en y con la historia que se está contando. Además está muy bien estudiada la época y no cae en errores, por cierto se convierten en aciertos, como el tiempo de toma de una fotografía en aquel tiempo o el diseño de las armas que parecen más reales que los revólveres que estamos acostumbrados a ver en el western americano.
A Jesse James le devoró una leyenda que no quería, lo que terminó por volverle absolutamente desconfiado. Cansado de la vorágine de pesadillas que le atormentaba SE DEJÓ matar por Bob Ford, el cual si que ansiaba la fama que la naturaleza había decido negarle. Y que por supuesto, le negó.
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